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Página:La Sagrada Biblia (XIII).djvu/57

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CAPÍTULO VIII.

Quiero: queda limpio. Y al instante quedó curado de su lepra.

4 Y Jesus le dijo: Mira que no lo digas á nadie; pero vé á presentarte al sacerdote, y ofrece el don que Moysés ordenó [1], para que les sirva de testimonio.

5 Y al entrar en Capharnaum, le salió al encuentro un centurion, y le rogaba,

6 diciendo: Señor, un criado mío [2] esta postrado en mi casa paralítico, y padece muchísimo.

7 Dícele Jesus: Yo iré, y le curaré.

8 Y le replicó el centurion: Señor, no soy yo digno de que tú entres en mi casa; pero mándalo con tu palabra, y quedara curado mi criado.

9 Pues aun yo, que no soy mas que un hombre sujeto á otros, como tengo soldados á mi mando, digo al uno: Marcha, y él marcha; y al otro: Ven, y viene; y á mi criado: Haz esto, y lo hace.

10 Al oir esto Jesus mostró grande admiracion, y dijo á los que le seguían: En verdad os digo que ni aun en medio de Israél he hallado fé tan grande.

11 Así yo os declaro, que vendrán muchos gentiles del Oriente, y estarán á la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos;

12 mientras que los hijos del reino (los judios) serán echados fuera a las tinieblas [3]: allí será el llanto y el crujir de dientes.