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CAPÍTULO XXI.

le dijeron: la ves, hermano, cuántos millares de judíos hay, que han creido, y que todos son zelosos de la observancia de la Ley.

21 Ahora pues, estos han oido decir que tu enseñas á los judíos que viven entre los gentiles, á abandonar a Moysés, diciéndoles que no deben circuncidar á sus hijos, ni seguir las antiguas costumbres.

22 ¿Qué es pues lo que se ha de hacer? sin duda se reunirá toda esta multitud de gente; porque luego han de saber que has venido.

23 Por tanto haz esto que vamos á proponerte: aquí tenemos cuatro hombres, con obligacion de cumplir un voto.

24 Unido á estos, purifícate con ellos; y hazles el gasto en la ceremonia á fin de que se hagan la rasura de la cabeza [1]: con eso sabrán todos, que lo que han oido de tí, es falso; antes bien que aun tú mismo continúas en observar la Ley.

25 Por lo que hace á los gentiles que han creido, ya les hemos escrito, que habíamos decidido que se abstuviesen de manjares ofrecidos á los ídolos, y de sangre, y de animales sofocados, y de la fornicacion.

26 Pablo pues, tomando consigo aquellos hombres, se purificó al dia siguiente con ellos, y entró en el Templo, haciendo saber cuándo se cumplian los dias de su purificacion, y cuándo debia presentarse la ofrenda por cada uno de ellos [2].


  1. Véase Nazareos.
  2. San Pablo conocia bien que las ceremonias de la Ley