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Página:La Sagrada Biblia (XIV).djvu/510

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EPÍST. CATHÓLICA DE SANTIAGO.

24 ¿No veis como el hombre se justifica por las obras, y no por la fé solamente [1]?

25 A este modo Rabab la ramera, ¿no fue asímismo justificada por las obras, hospedando á los exploradores que enviaba Josué, y despachándolos por otro camino [2]?

26 En suma, como un cuerpo sin espíritu está muerto, así tambien la fé sin las obras está muerta.

CAPÍTULO III.
Vicios de la lengua desenfrenada, y diferencia entre la ciencia terrena y la celestial.

1 No querais muchos de vosotros, hermanos mios, hacer de maestros, considerando que os exponeis á un juicio muy rigoroso.

2 Porque todos tropezamos en muchas cosas [3]. Que si alguno no tropieza en palabras, este tal se puede decir que es varon perfecto, y que puede tener á raya á todo el cuerpo y sus pasiones.

3 Así como si metemos un freno en la boca de los


  1. Pero no por las obras naturales, ó que mandaba la Ley de Moysés, sino por las que nacen de la viva fé.
  2. Para que no fuesen aprendidos. A la fé pues que tuvo en el Dios verdadero, añadió las obras consiguientes á ella.
  3. Mayormente en el hablar.