Esta página ha sido corregida
202
EPÍST. CATHÓLICA DE SANTIAGO.
24 ¿No veis como el hombre se justifica por las obras, y no por la fé solamente [1]?
25 A este modo Rabab la ramera, ¿no fue asímismo justificada por las obras, hospedando á los exploradores que enviaba Josué, y despachándolos por otro camino [2]?
26 En suma, como un cuerpo sin espíritu está muerto, así tambien la fé sin las obras está muerta.
CAPÍTULO III.
Vicios de la lengua desenfrenada, y diferencia entre la ciencia terrena y la celestial.
1 No querais muchos de vosotros, hermanos mios, hacer de maestros, considerando que os exponeis á un juicio muy rigoroso.
2 Porque todos tropezamos en muchas cosas [3]. Que si alguno no tropieza en palabras, este tal se puede decir que es varon perfecto, y que puede tener á raya á todo el cuerpo y sus pasiones.
3 Así como si metemos un freno en la boca de los