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Página:La Sagrada Biblia (XIV).djvu/511

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CAPÍTULO III.

caballos para que nos obedezcan, movemos su cuerpo a donde quiera.

4 Mirad tambien como las naves, aunque sean grandes, y estén llevadas de impetuosos vientos, con un pequeño timon se mueven acá y alla donde quiere el impulso del piloto.

5 Así tambien la lengua es un miembro pequeño, sí, pero viene a ser orígen fastuoso de cosas de gran bulto ó consecuencia. ¡Mirad un poco de fuego cuán grande bosque incendia!

6 La lengua tambien es un fuego [1], es un mundo entero de maldad. La lengua es uno de nuestros miembros, que contamina todo el cuerpo, y siendo inflamada del fuego infernal, inflama la rueda ó toda la carrera de nuestra vida.

7 El hecho es, que toda especie de bestias, de aves, y de serpientes, y de otros animales se amansan, y han sido domados por la naturaleza del hombre;

8 mas la lengua ningun hombre puede domarla [2]: ella es un mal que no puede atajarse, y está llena de mortal veneno.

9 Con ella bendecimos a Dios Padre, y con la misma maldecimos á los hombres, los cuales son formados á semejanza de Dios.

10 De una misma boca sale la bendicion y la maldicion. No han de ir así las cosas, hermanos mios.


  1. De que se originan los grandes incendios de las guerras y discordias.
  2. Sin particular auxilio del cielo.