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La ciudad de Dios

ríamos antes despreciar estos bienes y males, que por ellos adorar á los demonios, y adorándolos, privarnos de poder llegar á aquella gloria que ellos nos envidian, Pero ni aun en esto pueden lo que creen aquellos que por esto nos procuran persuadir que se deben adorar; esto después lo veremos, para que aquí demos fin á este libro.