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San Agustín

demudaran los términos y mojones del imperio romano; porque el dios Término, que no quiso ceder á Júpi ter, cedió á la necesidad. Estos sucesos ciertamente sólo el Dios verdadero los rige y gobierna como le agrada.

Y aunque sea con secretas y ocultas causas, ¿hemos por ventura de imaginar por eso que son injustas?



CAPÍTULO XXII

Que los tiempos y sucesos de la sguerras penden de la voluntad de Dios.


Y así como está en su albedrío, justos juicios y misericordia el atribular ó consolar á los hombres, así también está en su mano el tiempo y duración de las guerras, pudiendo disponer libremente que unas se acaben presto y otras más tarde. Con invencible presteza y brevedad concluyó Pompeyo la guerra contra los piratas, y Scipión la tercera guerra Púnica, y también la que sustentó contra los fugitivos gladiadores, aunque con pérdida de muchos generales y dos cónsules romanos, y con el quebranto y destrucción miserable de Italia; no obstante que al tercer año, después de haber concluído y acabado muchas conquistas, se finalizó: los Picenos, Marios y Pelignos, no ya naciones extranjeras, sino italianas, después de haber servido largo tiempo y con mucha afición bajo el yugo romano, sojuzgando muchas naciones á este imperio hasta destruir á Cartago, procuraron recobrar su primitiva libertad. Y esta guerra de Italia, en la que muchas veces fueron vencidos los romanos, muriendo dos cónsules y otros nobles senadores, con todo, no duró mucho, porque se acabó al quinto año; pero la segunda