Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/73

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
55
La ciudad de Dios

hizo, sino si se debió hacer, en atención á que, en iguales circunstancias, á los ejemplos debemos anteponer la razón con quien concuerdan éstos, y no cualesquiera de ellos, sino los que son tanto más dignos de imitar cuanto son más excelentes en piedad. No lo hicieron los patriarcas, no los profetas, no los apóstoles (1). El mismo Cristo Señor nuestro, cuando aconsejó á sus discípulos que siempre que padeciesen persecución huyesen de una ciudad á otra, les pudo decir que se quitasen la vida para no venir á manos de sus perseguidores; y si el Redentor no mandó ni aconsejó que de este modo saliesen los apóstoles de esta vida miserable (á quienes, en muriendo, prometió tenerles preparadas las moradas eternas) (2), aunque nos opongan los gentiles (3) cuantos ejemplares quieran, es manifesto que semejante atentado no es lícito á los que adoran á un Dios verdadero: no obstante que las naciones que no conocieron á Dios, á excepción de Lucrecia, no hallan otros personajes con cuyo ejemplo puedan eludir nuestra doctrina; solo Caton, aquel héroe famoso que se mató en Utica, no precisamente porque fuese él solo (4) quien ejecutó en si este crimen, sino porque fué reputado entre las naciones por hombre de bien y docto (5).

Y este es el motivo que pudo hacer creer á algunos que cuando Catón tomó esta deliberación, podía hacerse, ó que él tenía facultad para ejecutarlo cuando lo puso en práctica. Pero de un hecho tan temerario, ¿qué podré yo decir sino que algunas personas doctas, aini(1) S. Mateeo, c. X.

(2) S. Juan, c. XIV.

(8) S. Pablo, ep. ad Romanos, c. X, v. 2.

(4) Los cónsules Scipión, Metelo, y Afranio, y el Rey de Mauritania Juba, se mataron á sí mismos en la guerra civil de Cesar y Pompeyo, por no rendirse al vencedor.

(5) Juvenal, Veleyo, Séneca, Salustio y Lucano alabaron á Catón y aus acciones.