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San Agustín

escaso en declarar más libremente la malicia de ellos, no tanto por no ofenderlos como por no disgustar á sus adoradores, con quienes hablaba. Sin embargo, dió á entender á los cuerdos y prudentes lo que debían sentir de ellos, supuesto que á los dioses, á todos los cuales quiso que los tuviesen por virtuosos y bienaventurados, los eximió del todo de sus pasiones, juntándolos con ellos en sola la eternidad de los cuerpos, repitiendo una y muchas veces claramente que los demonios en el ánimo son semejantes, no á los dioses, sino á los hombres, y esto no en lo bueno de la sabiduría, de que también pueden participar los hombres, sino en la perturbación de las pasiones, la cual domina en los ignorantes y malos; pero los sabios y virtuosos la tratan de modo que quisieran más no tenerla que vencerla: porque si quisiera que se entendiera que los demonios tenían con los dioses la eternidad, no la de los cuerpossino la de los ánimos, sin duda que no distinguiera y apartara á los hombres de la participación de semejante cualidad; pues sin duda, como Platónico defiende que los hombres tienen igualmente los ánimos eternos, y por eso describiendo este género de animales, dijo que los hombres tenían las almas inmortales y los miembros mortales.



CAPÍTULO IX

Si por intercesión de los demonios puede granjear el hombre la amistad de los dioses celestiales.


Y así, si por esta razón no tienen los hombres común con los dioses la eternidad, por cuanto en el cuerpo son mortales, luego por la misma la tienen los demonios, 1»