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San Agustín

tiempos, como quien crece progresivamente según el estado de su edad, para que viniera á elevarse de la contemplación de las cosas temporales á la de las eternas, y de las visibles á las invisibles; de tal modo, que sin embargo de que Dios nos prometía premios visibles, no obstante, nos iba recomendando la veneración y adoración de un solo Dios, á efecto de que el espíritu humano, por los bienes terrenos y caducos de esta vida transitoria, no se sujetase á otro que al verdadero Criador y Señor absoluto de las almas: porque cualquiera que niega que todo cuanto pueden dar y suministrar á los hombres, ó los ángeles, ó los hombres, no está en la omnipotencia y sumo poder de un Dios todopoderoso, éste sin duda desatina ó está demente. A lo menos Plotino, filósofo platónico, tratando de la providencia divina, prueba, por la hermosura de las hojas y de las flores, que la Providencia llega á abrazar y comprender todo cuanto hay, desde el mismo Dios, cuya hermosura es incomprensible é inefable, hasta estas cosas terrenas y humildes, de todas las cuales, como despreciables que pasan velozmente y en un momento perecen, afirma que no pueden tener los correspondientes números y perfecciones de sus formas, si no les sobreviene la forma de aquella verdadera forma incomprensible é inconmutable que comprende en sí todas las perfecciones. Lo mismo enseña Jesucristo, Señor nuestro, por estas palabras (1): «Considerad las flores del campo cómo crecen sin trabajar ni hilar, y, no obstante, os digo que ni aun Salomón, estando en el colmo de su gloria y prosperidad, se vistió como una de éstas; pues ▸ (1) San Mateo, cap. VII: Considerate lilia agri, quo modo crescunt, non laborant, neque nent: dico autem, quia nec Salomon in omni gloria sua sic amictus est sicut unum ex his, quod si fanum agri, quod hodie est, el cras in clibanunt mittitur, sic Deus vestit, quanto magis vos modificæ fidet?