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La ciudad de Dios

D108 235 que el Padre es padre del Hijo, y el Hijo hijo del Padre, y que el Espíritu Santo ni es Padre ni hijo del Padre y del Hijo: por euya razón dijeron con verdad que no se purifica el hombre sino con el principio, aunque los sabelianos, en au modo de explicarse, pusieron los principios en plural.



CAPÍTULO XXIV

Del principio único verdadero que purifica y renueva la humana naturaleza.


Pero como Portrio estaba sujeto á las émulas potestades, de quienes por una parte se avergonzabaly por otra no se atrevía á reprenderlas ni redargüirlas libremente, no quiso entender que nuestro Señor Jesucristo era el princípio, con cuya soberana Encarnación nos purificamos, porque le despreció en la misma carne que tomó para que sirviese de sacrificio para nuestra purificación, no comprendiendo efectivamente aquel grande é incomprensible Sacramento por estar lleno de la soberbia, que Cristo abatió con su humildad, siendo verdadero y benigno mediador, manifestándose á los mortales en aquella mortalidad que por libertarse de ella los malignos y engañosos medianeros con extraor dinaria arrogancía se ensorbebecieron y prometieron á los miserables hombres mortales, como inmortales, su engañoso y frívolo favor y ayuda. Así que este mediador bueno y verdadero nos manifestó y enseñó que el pecado es únicamente lo que es malo, no la substancia de la carne ó la misma naturaleza, la cual pudo recibir sin mácula de pecado con el alma del hombre, y pudo retenerla y dejarla con la muerte y mudarla en mejor