Página:La ciudad de Dios - Tomo II.pdf/395

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
393
La ciudad de Dios

todos los que viven así en el cielo como en la tierra, sino aquel que hizo el cielo y la tierra: porque si no hay otra causa para vivir en este cuerpo mortal sino la de satisfacer á las merecidas penas por las culpas cometidas, ¿cómo dice el mismo Platón que no pudo hacerse de otro modo el mundo tan perfectamente hermoso y bueno si no le llenara Dios de todo género de animales, esto es, de los inmortales y mortales? Y si nuestra creación, por la que fuimos criados, aunque mortales, es don y beneficio divino, ¿cómo puede ser pena el volver á estos cuerpos, esto es, á los dívinos beneficios? Y si Dios (lo que es muy común en la doctrina de Platón) tenía en eterna inteligencia las ideas y especies, y así como las del universo, así también las de totos los animales, ¿cómo no criaba él mismo todas las cosas? ¿Cómo no había de querer ser artifice de algunas, teniendo su inefable é inefablemente loable entendimiento arte para hacerlas? Con razón la verdadera religión le reconoce y predica por autor y Criador del mundo'y de todos los animales, esto es, de las almas y de los cuerpos. Y entre los terrenos y mortales hizo á sa imágen y semejanza, por la causal que he insinuado, ó si acaso hay otra más oculta al hombre solamente, pero no le dejó solo; porque no hay linaje de animal tan desavenido por sus vicios, ni tan sociable por su naturaleza como éste: tampoco la humana naturaleza pudiera testificar más á propósito contra el vicio de la discordia, ó para prevenir y guardar que no la hubiese, ó para quitarla cuando la hubiese, que trayéndonos á la memoria aquel primer padre, á quien por eso quiso Dios criarle único, de quien se propagase la humana generación, para que con esta amonestación se viniese á conservar también entre muchos una concorde unión. Con haberle Dios formado una mujer bella, extrayéndola de su costado, nos dió á entender bien