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San Agustín

claro cuán amada y querida debe ser la conjunción del marido y de la mujer: y estas obras de Dios, por eso son extraordinarias é inusitadas, porque son primeras: y los que no las dan asenso tampoco deben creer que hizo Dios estupendos y admirables prodigios: mediante á que ni éstos, si se efectuasen según el curso ordinario de la naturaleza, se llamarían prodigios. ¿Y qué cosa hay que se haga en vano bajo de un gobierno tan soberano y arreglado de la Divina Providencia, aunque su causa nos sea oculta y secreta? Por lo que dice el real profeta (1): «Venid, y considerad las obras del Señor, los prodigios que hizo en la tierra.» La causa porque Dios hizo á la mujer del costado del varón, y que es lo que prefiguró éste, que en cierto modo podemos llamar el primer prodigio, lo diré en otro lugar con el favor del Señor.



CAPÍTULO XXVII

Que en el primer hombre nació toda la plenitud del linaje humano, en la cual previó Dios la parte que había de ser honrada y premiada, y la que había de ser condenada y castigada.


Y ahora, porque hemos de poner fin á este libro, consideremos como en el primer hombre, que ante todos fué criado, nacieron, aunque no según evidencia, sin embargo, según la preaciencia de Dios, en el linaje humano dos compañías ó congregaciones de hombres, como dos ciudades; porque de él habían de nacer, unos (1) Balmo 45. Venite et videte opera Domini, quae posuit prodigia super terram.