Página:La ciudad de Dios - Tomo II.pdf/85

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
83
La ciudad de Dios

cuerpo ó vida, y que la vida es una cualidad más apreciable que el cuerpo, y que la especie ó forma del cuerpo era sensible, y la de la vida, inteligible; por cuya razón prefirieron la especie y forma inteligible á la sensible. Llamamos sensibles los objetos que pueden percibirse con la vista ocular y con el tacto del cuerpo; inteligibles, los que se pueden comprender con la vista y reflexión del entendimiento: por cuanto no hay hermosura ó belleza corporal, ya sea en el estado y quietud del cuerpo, como es la figura, ya sea en el movimiento, como es el cántico ó la música, de la que no pueda ser juez árbitro el alma, lo cual sin duda no pudiera ser si no residiera en ella esta apreciable especie, que ni tiene grandeza de máquina, ni ruido de voces, ni espacio de lugar ó tiempo; y tampoco de esta cualidad allí, si no fuese mudable, juzgaría uno mejor que otro de la especie sensible, mejor el más ingenioso que el más estúpido, mejor el sabio que el ignorante, mejor el más ejercitado que el menos práctico, y lo mismo uno mismo cuando va aprovechando, mejor ciertamente después que antes, y lo que admite más y menos, sin duda que es mudable; por cuyo motivo los hombres instruídos, ingeniosos y ejercitados en estas materias, vinieron á entender que la primera especie no residía en estas cosas, en lo que se convence que hay mutabilidad. Advirtiendo, pues, éstos que el cuerpo y el alma eran más y menos especiosos, y que, si pudieran carecer de toda especie, del todo serían nada, conocieron que existía alguna causa donde estuviese y residiese la primera especie inmutable, y por lo mismo inepta para comparase con ella, creyendo con justa causa que allí estaba el principio de todas las cosas, el que no había sido hecho de ninguno, y por quien habían sido criados todos los entes: «de modo que la noticia que pueden tener los hombres de Dios, esa se la manifestó él mismo, ve appl