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San Agustín

mundo, ú del alma, ó del mismo linaje humano, al cual hemos distribuído en dos géneros, el uno de los que viven según el hombre, y el otro según Dios: y á esto llamamos también místicamente dos ciudades, es decir dos sociedades ó congregaciones de hombres, de las cuales la una está predestinada para reinar eternamente con Dios, y la otra para padecer eterno tormento con el demonio, y esto es el fin principal de ellas, del cualtrataremos después. Más ahora, porque de su nacimien to y origen ya haya sido en los ángeles, cuyo número especifico ignoramos, ó en los dos primeros hombres) hemos raciocinado lo bastante; me parece que ya es ocasión de tratar de su discurso y progresos, principiando desde que los hombres empezaron á engendrar, hasta que los tiempos en que dejarán de procrear: porque todo este siglo en que se van los que mueren y suceden los que nacen, es el discurso y progreso de estas dos ciudades de que tratamos. El primero que nació de nuestros primeros padres fué Caín (1), que pertenece á la ciudad de los hombres, y después Abel, que pertenece á la ciudad de Dios; pues así como vemos en el primer hombre (2), según expresión del Apóstol, «que no fué primero en él lo espiritual, sino lo que es animal, y después lo espiritual»: porque nace de raíz corrupta, primero es fuerza que por causa del pecado de Adán sea malo y carnal, y si, renaciendo en Cristo le cupiere mejor suerte, despues viene á ser bueno y espiritual. Así en todo el linaje humano, luego que estas dos ciudades, naciendo y muriendo, comenzaron á discurrir, primero nació el ciudadano de este siglo, y después de él el que es peregrino en la tierra y que pertenece á la (1) Génesis, cap. IV.

(2) San Pablo, I ep. á los Corintios, cap. XV. Non primum, quad spirituale est, sed quod animale, postea quod spirituale.