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San Agustín

CAPÍTULO XII

De la suspensión de tiempo que hace la Escritura en Abraham, de quien prosigue nuevo oatálogo, continuando la santa sudesión.


Observemos ahora los progresos de la ciudad de Dios desque aquella suspensión de tiempo que hace la Sagrada Escritura en el padre de Abraham, desde donde empezamos á tener más clara noticia de ella, y donde hallamos más exactas y evidentes laa divinas promesas, las que ahora vemos que se cumplen en Cristo. Según la notícia que tenemos de las sagradas letras, Abraham nació en la región de los caldeos, tierra que pertenecía al reino de los asirios. En aquella sazón, y ya entre los caldeos, como entre los demás pueblos, prevalecían impías supersticiones; de forma que sólo en la casa de Tharé, de quien nació Abraham, se conservaba el culto y adoración de un solo Dios verdadero, y, según es presumible, la lengua hebrea, aunque dicha casa, según se dice por relación de Jesús Nave, sirvió á los ídolos en Mesopotamia. Mezcláronse todos los demás de la estirpe de Heber paulatinamente con otras naciones ó idiomas; por lo cual, así como por el Diluvio universal que.dó únicamente intacta la casa de Noé para la restauración del linaje humano, así en el Diluvio de las supersticiones que hubo por el universo quedó sola la casa de Tharé, en la que se conservó la planta y fundación de la ciudad de Dios. Finalmente, así como la Escritura numera las generaciones anteriores hasta Noê juntamente con el número de los años, declara la causa del Diluvio, y primero que Dios comenzase á tratar con Noé la fábrica del arca, dice: «estas son las generaciones de Noé» (1): (1) Génesis, cap. X Hae sunt generationes Noe.