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San Agustín

querer particularmente tratar de raíz de cada cosa, sería muy largo y excedería la intención y propósito de esta obra: así que, lo que basta es, que debemos saber que después que dijo la Escritura que creyó Abraham á Dios, y que se le réputó por justificación, no se desdijo, ni faltó á esta fe cuando dijo: «¿Señor, cuyo es el domínio, cómo he de saber que seré su heredero? {(1): porque le había prometido la posesión y herencia de aquella tierra; pues no dice, cómo lo he de saber, como si todavía no lo creyese, sino cómo lo he de saber, para que á lo que había creído le acomodase alguna semejanza con que se pudiese conocer el cómo había de ser.

Así como no es desconfianza lo que dijo la Virgen María (2): «¿De que manera se hará esto, si yo no conozco varón?»» Porque estaba cierta de que había de ser, preguntaba el modo cómo se había de hacer, y preguntando esto la dijo el ángel (3): «sobrevendrá en ti el Espíritu Santo, y te hará sombra y amparo la virtud del Altísimo». En efecto; aquí dió también Dios á Abraham el modo y semejanza en la vaca, en la cabra, en el carnero y en las dos aves, tortola y paloma, para que supiese que conforme á estos había de ser lo que él no dudaba que había de ser. Ya, pues, por la vaca quisiese significar el pueblo puesto debajo del yugo de la ley; por la cabra que el mismo pueblo había de aer pecador, y por el carnero que el mismo pueblo también había de reinar (cuyos animales se dicen de tres años, porque siendo tres los períodos más insignes y notables de los tiempos, es á saber, desde Adán basta Noé, (1) Genesis, cap. XV. Dominator Domine, secundum quid ciam. quod hæres ejus ero.

(2) San Lacas, cap. I. ¿Quomodo flet istud, quoniam virum non cognosco?

(3) San Lucas, cap. 1. Spiritus Sanctus superveniet in te, et virtus Altissimi obumbrabit tibi.

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