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San Agustín

en Sara libre, de quienes hablamos ya en el libro anterior; y por lo respectivo á lo que sucedió, no hay motivo para echar la culpa á Abraham por haber tomado esta concubina, porque se valió de ella para procrear hijos y no para saciar el apetito carnal, ni por agraviar á su esposa, sino por obedecerla, quien creyó que fuese consuelo de su esterilidad, si al vientre fecundo de su esclava, ya que naturalmente no podía, voluntariamente le hiciese suyo, y con aquel privilegio é derecho que dice el Apóstol (1), «que el varón no es señor de su cuerpo, sino su mujer», se aprovechase la mujer del cuerpo de su marido para concebir y parir por otra, lo que no podía por si misma. No hay en este acto deseo lascivo ni torpeza carnal: la mujer entrega á su marido la esclava por tener hijos, por lo mismo la recibe el marido: ambos pretenden, no deleite culpable, sino el fruto de la naturaleza; finalmente, ouando la esclava preñada se ensoberbeció contra su señora porque era esteril, como la culpa de este desacato, con la sospecha y celos de mujer, la atribuyese Sara antes á su marido que á otra causa, también aquí mostró Abraham que no fué amador esclavo, sino procreador libre, y que en Agar guardó el honor y decoro á Sara, no satisfaciendo a su propio apetito, sino cumpliendo la voluntad de su esposa; que la admitió, y no la pidió; que entró á ella, y no se quedó con ella; que la puso en cinta, y con todo no la amó, pues la dijo (2): «Vés ahí á tů esclava, en tu poder está; haz de ella lo que te pareciere». Así pues, es varón que útilmente usa de las mujeres; de la suya con templanza, de la esclava por obediencia, y de ninguna con intemperancia.

(1) San Pablo, II ep. ad Corinth., cap. VII. Similiter et vir non habet potestatem curporis sui, sed mulier.

(2) Génesis, cap. XVI. Ecce ancilla tua in manibus tuis, utere ea quomodo tibi placuerit.