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La ciudad de Dios

fetizaron entonces, y Esdras, no tuvieron profetas hasta la venida del Salvador, sino otro Zacarías, padre de San Juan, é Isabel su esposa, próximo ya el nacimiento de Cristo; y después de nacido, el anciano Simeón, Ana la viuda, ya muy vieja, y al mismo San Juan, que fué el último de todos, el cual, siendo joven, anunció á Cristo ya mozo, no como futuro, sino que sin conocerle le mostró y enseñó con el conocimiento divino que tenía de profeta, por lo cual dijo el mismo Señor: Lex, et Propheta,usque ad Joannem, «la Ley y los profetas hasta Juan». Y aunque de las profecías de estos cinco tenemos noticia exacta por el Evangelio, donde hallamos asimismo referido que la misma Virgen María, madre del Señor, profetizó antes de Juan, con todo, estos vaticinios de estos cinco varones santos no los admiten los judíos, digo, los reprobos; pero los admitió un crecidísimo número de ellos, que creyeron en la fe Evangélica. Y en éstos verdaderamente se dividió Israel en dos, con aquella división que por el profeta Samuel se le anunció al rey Saúl que era inmutable. Malachias, Ageo, Zacarías y Esdras son, pues, los últimos á quienes aun los judíos réprobos tienen recibidos en su canon: porque asimismo se halla lo que éstos escribieron, como lo de los otros que profetizaron entre la grande muchedumbre del pueblo, aunque fueron muy pocos los que nos excribieron asunto alguno que mereciese autoridad canónica. De lo que éstos vaticinaron tocante á Criato y a su Iglesia me parece decir lo preciso en esta obra: lo que haremos con más comodidad, con el favor del Señor, en el libro siguiente, para que en este, que es tan extenso, no aglomeremos ya más materias.

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