Página:La ciudad de Dios - Tomo III.pdf/380

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
378
San Agustín

dencia Divina, ó se engrandecía con las prosperidades, ó la oprimían las adversidades, viéndose afligida, no sólo con guerras extrañas, sino entre sí con las civiles, para que por algunas causas que lo motivaban se manifestase la misericordia de Dios, ó su ira, hasta que, creciendo su indignación, toda aquella nación no sólo fué destruida en su tierra por las armas de los caldeos, sino que la mayor parte fue llevada prisionera y transferida á la tierra de los asirios, primeramente la parte que se llamaba Israel, dividida en diez tribus, y después también la que se llama Judá, destruída y asolada Jerusalén y su famoso templo, en cuya tierra estuvo cautiva setenta años: pasados los cuales, dejándolos salir de allí, restauraron el templo que les habían destruído, y aunque muchos de ellos vivían en las tierras de extranjeros é infieles, con todo, desde entonces para en adelante no tuvieron el reino repartido en dos porciones, y en cada una sus diferentes reyes, sino que en Jerusalén tenían todos, una sola cabeza, y acudían al templo de Dios establecido allí, en señalados tiempos, todos los de todas aquellas provincias, en donde quiera que estaban, y de donde quiera que podían: aunque tampoco entonces les faltaron enemigos de las otras naciones, ni quien procurase conquistarlos; porque Cristo Señor Nuestro, cuando nació, los halló ya tributarios de los romanos.

SAN AGUSTIN



CAPÍTULO XXIV

De los profetas, asi de los últimos que hubo entre los judíos, como de los que menciona la historia Evangélica corea del tiempo del nacimiento del Señor.


En todo aquel tiempo, desde que regresaron de Babilonia, despues de Malachias, Ageo y Zacarías, que pro-