Página:La ciudad de Dios - Tomo III.pdf/95

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
93
La ciudad de Dios

CAPÍTULO XI

De la caida del primer hombre, en quien crió Dios buena la naturaleza, y que no la pudo reparar sino su autor.


Mas porque Dios antevió y supo todas las cosas, y por eso no pudo ignorar que el hombre también había de pecar, como el Señor lo previó y dispuso, debemos hablar de la Ciudad Santa según su presciencia, y no, Begún lo que no pudo llegar á nuestra noticia, afirmar que no estuvo en la previsión de Dios. Porque de ningún modo pudo el hombre con su pecado perturbar el divino consejo, como obligando á Dios á mudar lo que había determinado, habiendo previsto Dios con su presciencia lo uno y lo otro, esto es, cuán malo había de ser el hombre á quien crió bueno, y lo bueno que aun así había de hacer de él. Pues aunque se dice que muda Dios lo que una vez tenía determinado (y así en la Sagrada Escritura (1) vemos que metafóricamente dice que Dios se arrepiente): dícese, de lo que el hombre esperaba, o según la disposición y orden de las cosas naturales, y no conforme á lo que Dios todopoderoso supo que había de hacer. Formé pues, Dios, como lo insinúan las sagradas letras (2) al hombre recto, y por consiguiente de buena voluntad, porque no fuera recto si no tuviera buena voluntad, y así la buena voluntad es obra de Dios, por que con ella crió Dios al hombre; pero la mala voluntad primera, porque precedió en el hombre á todas las obras malas, antes fué un apartamiento ó abandono de la obra de Dios, que obra alguna positiva. Y fueron ma(1) Génesis, cap. VI y I, Reg. cap. XV.

(2) Ecoles., cap. VII, v. 90.