Página:La estafeta romántica (1899).djvu/113

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
109
LA ESTAFETA ROMÁNTICA

carceleros, pudo la energía expansiva de la dama y su furia de libertad, porque bonita- mente se les escapó una noche, saliéndose por el tejado, y ésta es la hora en que no han podido recobrarla. Todos los Arratias se lan- zaron por diferentes puntos en busca de ella, sin dar con su persona: sólo hallaron un ras- tro, que es para ti dato interesantísimo, y por eso te lo transmito sin pérdida de tiem- po. Lo único que pudieron averiguar los chimbos es que Aura pasó por Llodio un do- mingo muy de mañana. Preguntó en varios puntos por el camino de La Guardia, mos- trando propósito firmísimo de ir á esta villa. La vieron internarse en la Peña de Orduña. Ni con buenos ojeadores ni con perros han podido cazarla. En esta resolución de la jo- ven, que ya no me parece locura, sino todo lo contrario, veo yo un carácter, el rechazo ó reacción formidable de su timidez ante- rior, el renacimiento súbito de una voluntad oprimida y sojuzgada por los engaños. Esto he sabido de labios que me merecen crédi- to, y te lo comunico para que estés al co- rriente... ¡En La Guardia, chico!... Puede que ya esté allí. Me da el corazón que está. ¡Alerta, Fernando!

Yo, que no creía en el romanticismo prác- tico ya me rindo, caro amigo, y declaro que todo lo que imaginan los poetas, de Vic- tor Hugo para abajo, se queda tamañito junto a lo que la propia vida nos muestra. Esta captación de la voluntad de una mujer hermosa; el artificio de hacerte pasar por