Página:La estafeta romántica (1899).djvu/122

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
118
B. PÉREZ GALDÓS

caracteres se conocen bien cuando enveje- cemos, y siempre la casan á una cuando es niña ó casi niña, fundándose en sentimien- tos superficiales que luego se convierten en humo.

Tengo que fastidiarte con estas confiden- cias, que en parte no son nuevas para tí, pues en otras ocasiones me has oído decir lo mismo; mas ahora es preciso que yo extreme mi sinceridad á fin de que puedas hacerte cargo de la relación entre mis cuitas matri- moniales y este magno asunto secreto. Fá- cilmente comprenderás cuánto he tenido y tengo que discurrir para que entre estas dos mitades de mi vida no haya ningún contac- to. Semejante trabajo de incomunicación es una obra maciza de disimulo, de ocultacio- nes, de supercherías más ó menos inocen- tes, y representa una energía mental tan extraordinaria que, aplicada á otros órdenes, podría bastar á la formación de un perfecto hombre de Estado. Que la incomunicación entre las dos esferas era necesaria, bien lo comprendes tú que conoces á Felipe. No po-; día yo hacer otra cosa: Felipe y Fernando eran y son incompatibles, irreconciliables; el uno es la ley, el otro su transgresión.. En la noche aquélla de Zaragoza, después de ver juntas El si de las niñas, supiste que yo había cometido una falta muy grave. Sobre esto no hay que volver: convinimos en que yo había sido criminal, faltando á la más sagrada de las obligaciones; yo me acusé y tú me sentenciaste. Yo no merecía.