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Página:La estafeta romántica (1899).djvu/217

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LA ESTAFETA ROMÁNTICA

XXX

De la misma á la misma.

Madrid, Septiembre.

Amada mía: Estoy en la noche que prece- | de al día crítico. Te daré cuenta del roman. ticismo que se apodera de mí como una en- fermedad del cuerpo y del alma, con fiebre y terrores, en los cuales no puedo menos de ver algo de belleza, á ratos una belleza ex- tremada, sin que ello me cause vanagloria, por no ser mi dolencia muy original que di- gamos. Los sentimientos y visiones que me turban paréceme que no son míos; no han nacido en mi ser; son algo que he leido; son el arte ajeno, que se convierte en ansieda- des propias, en dramáticos lances. La igno- rancia ¡ay! és una bendición; el saber un suplicio. Me creo espejo de la vida artís- tica, y sus imágenes en mi se vuelven rea- fes. Vas á creer que estoy loca. Más lo cree- rás cuando te cuente que esta noche he te- nido real por efectiva la escena que voy á y referirte. No sé á qué hora, Valvanera de mi corazón, mas era sin duda la hora del miedo, Felipe me mandó llamar. El pobre Pantoja, nuestro anciano mayordomo, me trajo el recado con una solemnidad teatral, inclinando su venerable cabeza calva al manifestarme el deseo del señor Duque. Allá 1