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B. PÉREZ GALDÓS

si no me dejaba servida y satisfecha en el improrrogable plazo de tres días. Así termi- nó nuestra conferencia. Confío ciegamente en la eficacia de este hombre tan activo, in- teligente y bondadoso, y ya puedo anun- ciarte que antes de que termine la semana quedarà instituído en cabeza de Fernando el capital inmueble que le proporcionará una renta decorosa, sin perjuicio de mayor propiedad y beneficios. Con lo que disfru- tará pronto, no dudo que ha de reconocerse con personalidad bastante para pretender sin desdoro la mano de la niña de Castro- Amézaga.

Y ahora, mi amada compañera, esperemos el giro de la gran crisis, la revelación mag- na y decisiva, que es para mi como llegar á la cumbre de mi destino. ¿Qué habrá del lado allá de este monte inmenso, por cuyas asperezas subo, ya fatigada y sin respira- ción? ¿Veré un valle risueño, ó un negro y espantable abismo? Ya poco me falta para dominar la cúspide. No sé qué me pasa. Es- te peñón áspero es Felipe. Detrás de él está la paz, el sosiego, la vida. ¿Llegaré? + ¦ 1