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B. PÉREZ GALDÓS

digo más que si te escribiera seis pliegos.

Se me olvidaba una cosa: Pilar y yo tene- mos parentesco, no muy lejano, por los So- bremontes, por los Pignatellis y Javierres, y otras ramas que se cruzan é ingertan en nuestros respectivos árboles nobiliarios. Pe- ro esto ni quita ni pone. Lo importante es que te estimé cuando te conoci, y ahora te conceptúo el primero de mis amiguitos, ha- llándome dispuesto á guiar tus pasos en la vida social con mis consejos, con la inagota- ble ciencia que me han dado mis años y el continuo vivir entre gente de viso... Pronto hemos de vernos, pues en cuantò yo dé á mi 1 pobre osamenta algún reposo y me recobre del quebranto de estos siete meses de increí- } bles aventuras, tomaré el caminito de Mena, y juntos en esa dulce casa, en compañía de mis hijos y nietos, (os contaré los lances, ora trágicos, ora festivos, interesantisimos to- dos, de mi larga permanencia en el campo de la facción. Sucesos oiréis que os pondrán los pelos de punta, otros que os moverán á risa, y algunos que debieran perpetuarse en letras para enseñanza de las generaciones futuras. Y entreverando mis historias de viejo con la tuya juvenil, te diré cosas que han de serte de gran provecho en la brillan- te vida que te aguarda.

Y ahora sólo me falta rematar el cuento. pasado con la explicación del por que y có- mo de haber Doña Cristina dado al Preten- diente el solemnísimo chasco de Arganda. No acertaba ya con la clave de este politico