hora prematura; las notas amargas de Andrés Chabrillon o de Raúl de Mendilaharsu, me confirman en tal creencia que, desgraciadamente, va siendo una realidad dolorosa. No parece sino que para todos los poetas nuevos indolatinos el simbolismo fuera solamente una cosa de ayer. Tal es el entusiasmo con que le han acojido demasiado tarde. I el libro de este joven poeta demuestra que su autor avanza por las mismas peligrosas derrotas que las seguidas por estos ya admirables porta liras. Acaso la esperiencia de los años, que suele ser una buena consejera, le llevará luego por nuevos caminos i el que comenzó siendo un adolescente amargado por todas las inquietudes sea, en hora propicia, un entusiasta pastor de estrellas en las divinas praderas del ensueño i de la vida.
Pero, entre las notas amargas que se retuercen en los versos de este poeta, es preciso consignar un mui noble noble afán por hacer poesía reflexiva, meditada, de emociones inten-