vaga ambigüedad, cuyo efecto retratábase instantáneamente en el rostro de sus compañeros que redoblaban el empuje. Semejantes signos auguraban al parecer el prometido fin, y una vislumbre de alegría flotó sobre la fosca lividez de los navegantes.
Reviviendo pesadamente el fresco del alba, sus ojos escaldados de insomnio contemplaron en silencioso estupor la imponente pompa del amanecer sobre las aguas.
Ensanchábase la selva hasta el horizonte en una especie de golfo salvajemente solitario, que confinaban arboledas lúgubres en su impenetrabilidad. Ni una arruga disgregaba su cristal sombrío, sobre el cual erguíase único, acentuando la tristeza del paisaje, el ampo de una garza. La superficie, en tersura de lastra especular, azogábase con una interna coloración de teja fundida, exaltada á púrpura de mortecina escoria, que luego se clarificaba en cárdeno gris. Culminó al oriente un banco de niebla lóbrega, franjeado por una orla rojiza que herrumbraba con su reflejo las aguas del confín. El cielo se inflamó hasta el cénit en una traslucidez de cereza. Sobre la estela de la almadía cabrillearon las aguas de un oleoso muaré; empañó un vago lila la transparencia oscura del pantano, y bruscamente el sol emergió entero, carminando