gre. Reincidieron una y más veces los realistas; pero el escarmiento insigne que los ahuyentó el Año Doce, se repitió el Catorce á pesar de la barbarie de Pezuela; y ya no fueron para atentar contra la patria "las hordas serviles".
Como arrasada a fuego por el estrago quedaba la región. Comidos los ganados ó en tendales por las travesías; los hombres diezmados; ahítos los sobrevivientes de miseria y de gloria: — suspendidas de los bozales las medallas, por faltar una chapona en qué colgarlas sobre los pechos.
En las rancherías, en los bosques, desde el mendigo á la anciana, desde el guerrero al niño, desde el animal al objeto, idéntica irrupción de bravura, como si en ella se les transmitiese la inspiración de su caudillo. Y todo por amor suyo, toda esa táctica de partidas desparramadas en miles de leguas, dócil á una flexión de su dedo, interpretando sus órdenes por instinto, como el caballo al pensamiento de su jinete.
Desolación por todas partes. Por todas, en la montaña, en los poblados, las memorias lúgubres del rey. Penaba en sus dolores la patria naciente al zafarse de su yugo. Derruyendo esperanzas, tronchando afectos, como para acuñar su cifra en el oro fino del dolor — la deidad segaba su mies de vidas. Que le salieran al cruce amores por acá,