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Aguja de Cleopatra

ISTMO DE SUEZ.—Aguja de Cleopatra.


SERENATA A LA EMPERATRIZ.

El cuadro que ha trazado el señor Castro y Serrano para describir este bellísimo episodio de las Tiestas de la inauguración del Canal de Suez, está lleno de vida y de luz. Como verán nuestros lectores, empieza describiendo el banquete donde surgió la idea de la serenata.

Los españoles, dice, corrimos á nuestros buques para mudar de traje, con objeto de presentarnos al festin de confianza con que nos obsequiaba la oficialidad de la Berenguela.

¿Qué decir de este banquete dado á españoles distinguidos por oficiales de la marina española?—Animación, cordialidad, abundancia, finura. Treinta comensales en la cámara, suntuosamente alhajada; una señora sola presidiendo la mesa, la esposa de nuestro cónsul de Alejandría; brindis entusiastas por la patria; amenidad cortés, gracejo culto,espansion fraternal. — Mientras tanto, la bahía se ilumina , maravillosos fuegos artificiales brotan dé la mar. Puerto-Said se enciende por encanto, las músicas tocan, los marineros cantan, el pueblo se enloquece, se agota el diccionario del regocijo en todas las lenguas del universo; y nosotros, creyéndonos prisioneros en el barco cuando lodo el mundo se desbordaba, echamos al agua las falúas, y en ellas saltamos á la rada pata gozar al aire libre las mil y una noches de aquella sola noche de delicias.

Pero ¡ay! el regocijo cansa también, y no se puede impunemente dedicar horas y horas consecutivas al alborozo. — Bien pronto los fuegos terminan, las luces se apagan, el cansancio llama al sueño, y población y barcos quedan en silenciosa actitud, para restablecer las fuerzas necesarias al dia siguiente.

Nosotros placenteros, aunque ya poco locuaces, caracoleábamos también en nuestra barquilla para llegar cada uno al costado de su nave, cuando se le ocurrió á un jóven guardia marina dé la Berenguela, gran tañedor de guitarra, sacar el instrumento que tenia escondido, y preludiar con gran primor los melancólicos acordes de un aire de Andalucía:— Penas, ¿para qué os quiero? — No á uno, sino á todos á un tiempo se nos ocurrió ir á echar una serenata á la Emperatriz. Ella, cuando niña, las habria escuchado con palpitante corazón bajo las rejas de los Cármenes del Genil, y ella no podria menos de regocijarse, aun cuando soberana, con aquel recuerdo, tan distante y tan cercano á la vez en las horas del insomnio.


ISTMO DE SUEZ.—Serenata

Istmo de suez, paso de la fragata

ISTMO DE SUEZ.—Paso de la fragata «Berenguela» por el canal de Suez, primer buque de alto bordo que ha hecho esta travesía.


Efectivamente: los remeros, á una órden del comandante, atracaron cerca del Aguila, y allí nuestro guardia mariña, con voz preciosa y gracia inimitable, echó á los vientos del Oriente el fandango occidental de la morisma sevillana.

No se hizo esperar mucho tiempo la respuesta: apenas se