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perdía el eco de las primeras coplas, se abrió la portilla de uno de los camarotes de la cámara de honor, y preguntaron en muy mal castellano quiénes cantaban.—«La oficialidad de la Berenguela (se le contestó), que viene á saludar á la emperatriz de los franceses.

Emperatriz.»—Entonces salió Eugenia Montijo á la portilla de su camarote y prorrumpió en palabras lisonjeras y frases afectuosas á los galantes compatriotas que con agasajo tan de su gusto la obsequiaban, y suplicó que se cantara más, y que cantara todo el que quisiera. Pero ¡oh contrariedad de siempre! el cantador no se acordaba de más coplas que las que había echado.

—Pues bien (dijo la Emperatriz); cantadme esta.— Y relató con sentido acento:

La pena y la que no es pena,
todo es pena para mí:
ayer penaba por verte:
y hoy peno... porque te vi.

Istmo de Suez 1869

La copla fue cantada al primor por el guardia marina; pero aun no la había terminado, cuando del fondo del agua salió otra voz diferente que preludiaba al aire nueva copla de fandango. El tocador, ágil como lo son los de su clase , tomó el tono de la voz misteriosa, y acompañó, sin tratar de averiguar quién ni cómo, al trovador invisible de otra falúa. Este cantó con gran donaire:

Ni contigo ni sin ti
tienen mis penas remedio:
contigo, porque me matas,
y sin ti... porque me muero.

Una salva de aplausos recibió la canción del serenatero intruso. Era uno de los pasajeros del vapor mercante Pelayo, de la matrícula de Cádiz, que habia ido á las fiestas, y desde que sintió la guitarra en la bahía, se echó con otros amigos en un bote para asistir á la estraña serenata de la Berenguela.

ISTMO DE SUEZ.—Columna de Pompeyo en Alejandría.

EL TRAYECTO DEL CANAL.

Reseñada la serenata por el ilustrado corresponsal, vamos á tomar de sus interesantes cartas algunos párrafos para que los lectores se formen una idea del canal, de sus orillas y de las poblaciones que amenizan el viaje.

«Desde Puerto-Said hasta el lago Menzaleh, dice, median unos 14 kilómetros, ocupados por una naturaleza muerta: solo sobre un islote de este lago existe hoy un campamento de los trabajadores del canal, que tal vez llegue á ser en su día una población importante. Treinla kilómetros más lejos, se halla Kántara, célebre lugar donde se dividieron de tiempo antiguo el Egipto y la Siria, por un modesto puente que ha sido necesario destruir para dar paso á las aguas directas del Mediterráneo. En los alrededores de este nuevo pueblo, que pertenece al Asia, ocupados un dia por la antigua Salé, cuyas ruinas se descubren aun, verificase en la actualidad el paso de las caravanas de Siria; y es, poblaciones que amenizan el viaje por lo tanto, curiosísimo y pintoresco el contemplar una sábana de camellos echados y de carneros que brincan, en número ordinariamente de 20,000 cabezas, abrevando en