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dos, los cuales pueden reconocerse aun en las noches os curas á favor de unos hermosos faroles que la alumbran.

Para completar esta reseña, diremos que antiguamente ocupaba todo el espacio del jardín el magnifico y célebre convento de la Merced, donde vivió el gran poeta Tirso de Molina, que era mercenario.

Este convento fué uno de los que más desgracias tuvieron que lamentar durante el terrible dia conocido en la historia de este siglo por el de la matanza de los frailes.

Hace algunos años despertó la plaza <lel Progreso la curiosidad del público.

Un zahori anunció que habia en ella un tesoro desde el tiempo de los mercenarios.

La prensa repitió el anuncio, y el gobernador de Madrid tomó cartas en el asunto.

—Yo averiguaré, se dijo, si es cierto que ese hombre ve el oro á través de las capas de tierra.

Le llamó, enterró una onza en un tiesto, mandó que llevasen á su despacho el tiesto con la onza, y al tener delante al zahori, le dijo:

—Vamos á ver, buen hombre, dígame usted si en ese tiesto hay una onza de oro enterrada.

El zahori, viéndose interrogado con tanta candidez, vaciló; pero al fin contestó afirmativamente.

Pocos dias después comenzaron las escavaciones en la plaza, acudieron muchos curiosos á presenciarlas, y en electo, después de varias esploraciones, no pareció tesoro alguno.

Terminemos diciendo que las hermosas casas que se han construido recientemente embellecen esta plaza , una de las mas animadas de Madrid, tanto en tiempos tranquilos como en las desdichadas épocas de jarana.

Daniel García.
PASO DE LA FRAGATA «BERENGUELA.»
POR El CANAL MARÍTIMO DE SUEZ.

Archivo de importantes sucesos contemporáneos; espejo de cuanto es digno de conservarse por medio del dibujo y del grabado; solaz á un tiempo y amena instrucción para el espíritu, eso debía ser La Ilustracion Española y Americana; eso es, y, á no dudarlo, seguirá siéndolo con mayor ventaja cada dia.

¡Dónde mejor para conservar el relato del paso de la Berenguela por el canal marítimo de Suez, que, fundado en documentos oficiales, y con la breve claridad que el caso exije, nos proponemos extender á continuación!

I

El día 13 de noviembre, á la una de la tarde, salió la fragata Berenguela del puerto de Alejandría, bajo la dirección del práctico, encaminándose á Puerto Said, en primera velocidad y consumiendo carbón de popa con objeto de lograr cuanta diminución fuese posible en el calado de ésta.

En pos de la Berenguela salieron también dos corbetas de guerra, sueca la una, y noruega la otra. El viento al N. levantaba mar, y á las nueve y media de la mañana del siguiente dia 14 se avistó la torre de la farola de Puerto Said. Luego parecieron los buques anclados en el puerto y rada, donde fondeó la fragata en ocho brazas, y con ella las ya mencionadas corbetas de guerra.

Los buques de la rada eran dos fragatas de guerra austríacas, acorazadas, y una de ellas arboló la insignia de contra-almirante. No sin trabajo, porque la corriente al S. E. cogía atravesada á la fragata, saludó ésta á la insignia ron 13 cañonazos, según ya habia hecho la corbeta sueca, y después del buque español la hizo la corbeta noruega; pero como la mar engrosaba por momentos, las fragatas, encendidos ya los hornos, abandonaron la rada. Después el ayudante del almirante estuvo en el puerto á decir al señor Salgado que, hallándose las fragatas de vuelta en la rada, iban á contestar, y el dia 10 escribió el contra-almirante en carta oficial, que lo habia hecho á las once y media de la mañana.

La tarde del 14 avisó un práctico, en nombre de monsieur Lesseps, que no se podia entrar por la mucha mar que rompía en la boca. Las corbetas se hicieron á la mar, y la Berenguela permaneció fondeada, pero siempre con la máquina lista. El barómetro anunciaba calmaría el tiempo.

A la pregunta del señor comandante de la Berenguela, de si podría pasar la fragata por el canal marítimo, se recibió por el consulado general de España en Egipto la traducción de la carta, en que contestaba el agente superior director de los trabajos del canal marítimo de Suez.

La carta, fecha 3 de julio de 1869, decia que las noticias pedidas acerca de las condiciones de la navegación en que se hallaría el canal marítimo, desde el dia en que se inaugurase (que se había determinado fuese el 17 de noviembre próximo) eran las siguientes, que copiamos:

«El canal tendrá en toda su extensión ocho metros de profundidad, ancho de 22 metros en el fondo con taludes ó escarpas de dos por uno de declive, y el ancho mínimo de 60 metros á flor de agua. Además de los dos puertos extremos de Puerto Said y Suez, los buques podrán anclar en el puerto interior de Ismailia. El canal, en el punto donde atraviesa los lagos Amargos, se halla provisto de las correspondientes balizas, y está iluminado en toda su longitud para la navegación. No presenta peligro de poder encallar los buques en ningún punto. (Ion todo, éstos no deberán atravesar el canal sino bajo la dirección de pilotos esperimentados que proporcionará la Compañía.»

II.

Dia 15: á la salida del sol llegó el práctico y dirigió la Berenguela adentro, teniendo nuestros marinos la satisfacción, al pasar por el costado de la insignia francesa, saludada ya por la fragata, de oír los ecos de la marcha real española tocada por la música del buque donde tremolaba la referida insignia. Lo propio hizo mas adelante el yacht del khedive, arbolando el estandarte del príncipe. Quedó amarrada la fragata próxima á la boca del canal marítimo. Al estandarte saludó nuestra Berenguela con 21 cañonazos, haciendo lo mismo el del principe heredero de Holanda que también estaba arbolado.

A las ocho entró el emperador de Austria, y la Berenguela engalanó con todas las banderas, saludando á la par de los demás buques con 21 cañonazos. Faltos, entre tanto, nuestros marinos de todo agente diplomático de su nación que les presentase á las"personas reales, creyó, ron razón, el Sr. Salgado lo más prudente, que á las once del mismo dia 15 fuera el teniente de navio, don Jacobo Varela, á manifestarlo asi al virey de Egipto, al emperador de Austria y al principe de Holanda , indicando al mismo tiempo que á bordo de la Berenguela iban personas distinguidas para Filipinas y Japón, por si las citadas personas reales se dignaban señalar á quién hablan de recibir.

Señaló el virey las tres de la tarde; dijo el emperador de Austria que recibiría á los españoles cuando estos gustasen, y ni uno ni otro limitaron el número de personas que les fuesen á ver. El príncipe de Holanda citó tan solo al comandante de la fragata, advirtiendo fuera de pequeño uniforme. A las dos acudieron los españoles de gala al yacht del emperador de Austria, á quien presentó el señor Salgado los jefes, legación que trasportaba el buque y una comisión de oficiales del mismo, en nombre de todas las clases de la armada. El comandante de la Berenguela manifestó, en francés, en nombre del Gobíerno y de la marina, todo el respeto y consideración debidos al ilustre representante de aquella familia, cuyo recuerdo despierta en España el de gran parte de los sucesos más señalados de su historia. El emperador contestó igualmente, en francés, mostrando la mayor cortesanía y deferencia á nuestros marinos. Con no menor deferencia y amabilidad fueron estos recibidos por el virey. Luego visitó el señor Salgado al principe de Holanda, el cual, después de las frases de estilo, se escusó con la falta de tiempo y pequeñez del buque, por no haber podido recibir á todos.

No fué posible á la sazón ver oficialmente á Mr. Lesseps, pero éste aseguró al teniente de navio, don Cárlos Delgado, que la Berenguela pasaría al Mar Rojo, é invitó al citado oficial y al comandante de la fragata á comer. Mas ni aun de esta manera fué posible tratar de lo que tanto interesaba á nuestros marinos, pues cuando llegaron como enviados á la casa, Mr. Lesseps salió pidiéndoles mil perdones, por tener en aquel mismo instante que concurrir á una junta de la Compañía. Añadió que sus hijas quedaban encargadas de hacer los honores de la inesa á nuestros compatriotas, como asi sucedió.

III.

Solemne fué la ceremonia de la fiesta verdaderamente internacional, celebrada ion motivo de la apertura del canal marítimo de Suez. Presentes se hallaban la emperatriz do los franceses, el emperador de Austria, el príncipe de Rusia, además de otras personas reales invitadas por el virey de Egipto.

El puerto y rompe-olas de Puerto Said, el lago de Menzaleh, los llanos de Pelusia, la nueva ciudad y puerto interior de Ismailia, el lago Timsah, los lagos Amargos, el corte de Chaluf, el canal de Agua Dulce inmediato al marítimo, ferro-carriles, ciudades, estaciones, puertos y almacenes, todo esto y mucho más de que podríamos dar cuenta, es ya conocido de nuestros lectores. De los referidos lugares hay uno que interesa grandemente á nuestra narración. Hablamos del Serapeum, paso por donde se temió al principio no pudiese cruzar la Berenguela.

El dia fué, en verdad, solemne. L'Aigle, llevando á bordo á la emperatriz, iba á entrar en Puerto Said. Buques (le guerra y mercantes de diversas naciones esperaban á la dama, esposa de aquel á cuyo poderosísimo influjo puede asegurarse debía el canal marítimo el ser. Las dos fragatas austríacas acorazadas, cubiertas de alegres banderas, la escuadra inglesa de buques igualmente acorazados, todos dispuestos en formación perfecta, y en suma, por doquier mástiles y banderas de todas las naciones, daban aspecto de esplendor y alegría al magnifico espectáculo. La bandera americana ondeaba en el consulado, mas no habia un solo barco de aquella nación, al paso que el mayor número era de franceses.

Apenas se presentó el yacht imperial cerca de los buques austríacos é ingleses, fuera del puerto, saludaron todos. Siguió L'Aigle adelante, y fué lentamente entrando, mientras frente á la ciudad habia una verdadera Ilota de barcos de todas clases y de las más apartadas regiones. Un grito, pronunciado al propio tiempo en diversas lenguas, aclamó á la emperatriz, mientras atronador cañones la saludaba. El buque imperial hubo de detener el paso, no siendo posible caminar aprisa y con seguridad al través de tan densa humareda.

Después de esto y dejando pasar cierto tiempo, fué el Khedive á visitar á la emperatriz. Los buques de guerra, saludándose unos á otros, mantuvieron el cañoneo durante una hora.

Celebróse á las tres de la tarde la ceremonia religiosa, por los mahometanos primero, y el clero católico y griego después, según ya tienen noticia nuestros lectores, mientras la infantería egipcia formaba en ala., así como la artillería de campaña á la vista, orillas del mar.

Entre tanto ilustre personaje como asistía á la solemne ceremonia, llamaba la atención Abd-el-Kader, en traje árabe. Acabado el acto , después de la elocuente peroración del señor Bauer, confesor de la emperatriz, tornaron los convidados con el Khedive á sus yachts, por medio de la tropa. El emperador de Austria daba el brazo á la hermosa emperatriz de los franceses.

Llegó la noche, y los fuegos artificiales, la luz eléctrica v la luna, todo á un tiempo, formaban bellísimo y sorprendente espectáculo, el cual aumentaban las portas iluminadas de los buques.

Habían llegado los señores de la comisión de España, en el vapor que el Khedive dispuso para ellos, y convidados por el comandante de la Berenguela, comieron con él y toda la oficialidad del buque. Puesta la mesa, que era de treinta y cinco cubiertos, en la toldilla, duró el banquete desde las seis hasta las diez. ¡Soberbio espectáculo tenían á la vista nuestros españoles, mientras, reunidos, pronunciaban elocuentes palabras en honor de la madre patria y de la marina! Allí, en aquel hermoso pedazo de España, donde nuestro idioma varonil saludaba una de las mayores empresas que vieron ni verán los siglos, ondeaba la bandera española amparando hijos de Iberia...

¡Brillaban en tanto la iluminación, los fuegos artificiales, la luz eléctrica, y á todos señoreaba con plácida sonrisa, mensajera de Dios, la luna esplendente!

¡Imagine el lector, si puede, más hermoso espectáculo!—La noche era, en verdad, á propósito para la serenata que algunos de nuestros marinos tuvieron la feliz ocurrencia de dar á su compatriota la emperatriz.

IV.

El dia 17 no pasó la Berenguela, y aunque todos, incluso el práctico, aseguraban había agua suficiente hasta Suez, no dejó el señor Salgado de advertir cierta cortés y disimulada oposición á que la fragata pasase, por entonces.

Hiciéronlo únicamente los buques de menor calado, rompiendo la. marcha á las ocho de la mañana el yacht de la emperatriz, al cual seguían los demás.

El 18 por la mañana pasáronla corbeta noruega, el vapor español mercante Pelayo, y algunos buques más.

Por curiosa damos aquí la relación de los buques de guerra fondeados en Puerto Said el 17 de noviembre