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118 — Poesías de Cuellar.

Si aquí jamás el hálito iracundo
De férvidas pasiones,
Emponzoñado zéfiro del mundo,
A nuestros corazones
Ha de llegar, bien mio, ¿por qué lloras,
Si aquí han de ser dulcísimas las horas?

Placeres! dulce y halagüeño nombre;
Fantasmas con que sueña
En esta vida deleznable el hombre;
Perspectiva risueña,
Donde al tocar sus encantadas flores,
Se encuentran solo abrojos punzadores.

¿Qué te importan espléndidos festines,
Do su grandeza ostenten
Mil nobles esforzados paladines,
Si en sus sonrisas mienten
Dicha y quietud, y su ánima intranquila
Entre la duda y el temor vacila?

¡Ay! Lesbia, yo no quiero en ese mundo
De crímenes y duelo
Vivir cercado, de pesar profundo;
Aquí á tu lado anhelo