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132 — Poesías de Cuellar.

Así en murmullo lento
Se extinguen vagos y confusos sones.

Todo en silencio está, duerme natura
Bajo el soberbio pabellón del cielo.
Como el seno de inmensa sepultura
Negro se ve por donde quiera el suelo.

Nadie vela, yo solo, triste el alma,
Frente á esa inmensidad que me circunda
En brazos ¡ay! de pesarosa calma
En mil torrentes de dolor se inunda.

Se lanza el pensamiento
En mil diversos giros,
Y van en el rumor del manso viento
Vagando mis suspiros.

No hay un eco tan solo que lejano
Fiel á mi queja y á mi afán responda;
Tiendo mi mano ¡ay Dios! no hay otra mano
Que en esa horrible lobreguez se esconda.

Bajo el lujoso pabellón de seda
Duerme tranquila la mujer que amara,