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288 — Poesías de Cuellar.

Unas veces la mente se figura,
De su delirio en el fatal exceso,
Oir suspiros blandos de ternura,
O el eco dulce de lascivo beso.

Otras veces el eco prolongado
De lejano gemir triste y profundo,
O el ¡ay! en las tinieblas exhalado
Por el labio glacial del moribundo.

¡Oh, cuánta imagen á la mente asalta
Lejos del sol en sótano horroroso!
¿Por qué en el pecho el ánimo nos falta?
¿Por qué palpita el corazón medroso?

¿Por qué al cruzar los duros peñascales,
Tocando ya á su fin la escasa tea,
Ansiamos por llegar á los umbrales
Para gozarnos en la luz febea?

¡Oh sol! que nunca mandas el consuelo
A estas salas terríficas, desiertas;
Sin tí las juzgo en mi profundo duelo
Ser de la eternidad las negras puertas!...

¿Qué sentimiento al corazón inunda,
Que me sumerge en éxtasis extraño?
¡Negra morada, sepulcral, profunda,
Como la herida cruel del desengaño!