tiempo y del arte, insiste en la llamada para Swann de la sonata (que éste confunde con el amor), y del septeto y las últimas obras para él (que Swann, su precursor, no pudo conocer, pero que quizás no hubieran sido suficientes para convertirlo en artista de no haber tenido fuerzas para ello) (Vll, 225), (lll, 877-878).'Las obras de Vinteuil también han revelado al héroe la realidad del verdadero arte y su posibilidad de realizar una obra de arte (más lo primero que lo segundo). Por otra parte, el descubrimiento de la esencia común es posible porque la memoria involuntaria retiene la impresión tal cual fue, con el mundo que la hizo posible y con las otras sensaciones vinculadas a ella y, sobre todo, con el yo que el héroe había sido entonces. En rigor, pues, no se trata de una experiencia presente yde una sensación pasada, pues esta última reaparece tal cual es, es decir, no como pasada (modificada por nuestra historia posterior y nuestro presente) y se une a la sensación actual. Por tanto, la esencia común descubierta, no es ni presente ni pasada, sino sustraida al tiempo, extratemporal, tiempo en estado puro. Por ello, mientras el héroe experimenta el gozo profundo de la esencia extratemporal, sin ninguna prueba o argumento nuevo (es decir por mérito exclusivo de su experien- cia), desaparecen sus dudas sobre la realidad del arte y su angustia ante la muerte. Pero este yo extratemporal y esta captación de la esencia, no sólo son posibilitadas por el modo de ser temporal del hombre, sino que son fugitivas, no permanecen y por consiguiente, retorna el tiempo en su función destructiva (como en la escena posterior de las máscaras). El descubrimiento de la esencia común de las sensacio- nes y lo extratemporal así revelado, deben ser fijados, pues, en una obra artística, que es el único medio para ello, ya que es la forma de llegar al espíritu, de sometimiento a la realidad interior, de indagación de lo cualitativamente individual de cada mundo personal. Y, fundamentalmente, el arte realiza esta fijación de las impresiones retenidas como tales y reunidas en una esencia común por la memoria involuntaria, por el equivalente espiritual, un recurso formal especifico. Estas indagaciones se fundamentan en la distinción entre memoria volunta- riae involuntaria (VII, 216-21 7), (lll, 869-871 ). Asi, luego de las fallidasevocaciones de Venecia, se rechaza la memoria voluntaria y sus posibilidades, para confrontarla con Ia involuntaria de las revelaciones (las losas del pavimento efectivamente nos presentan a Venecia). Las resurrecciones involuntarias nos dan una certidumbre suficiente frente al recuerdo voluntario que repite la imperfección de la percepción 142 las del tipo de la magdalena (Vll, 213),(||l,866). Y, con respecto a la develación del
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