según se puede confirmar en los esbozos de Ia versión establecida por Brian Rogers y Jean-Yves Tadié, y es la percepción auténtica de la profundidad ¡nacabable de la música para Proust, manifiesta en lo sensible, pero siempre más alládel hombre y aún del espíritu artístico, que no puede, en su búsqueda, agotarla“. Swann no reconoce la frase en su llamado artistico y, a su vez, la frase tampoco a Swann como artista. Swann y la frase no se reconocen en lo que tienen de esencial y diferente, es decir, de artístico. La música nos pone en la textura misma de la obra de arte, tejida, para Proust, de desconocimientos, de falsos conocimien- tos y de reconocimientos, en las intermitencias que funda el tiempo para la vida y la creación humana. Swann tiene, pues, una comunicación personal con la frase, pero puramente subjetiva y ligada a su vida emocional. Los atisbos de infinito, inmortalidad y posibilidad que la música permite, se añoran al disiparse. Y este último efecto de pérdida es también la música la que nos lo señala. La impresión originaria se ha desviado y con ella el nuevo mundo que musicalmente encarnaba. Swann no ha transformado su vida por el arte; ha transformado a la música en amor. Si se piensa en el papel preponderante del amor en el romanticismo del siglo XIX, decantado enla música por Wagner, y en su papel de respuesta ante los enigmas cósmicos, se ve que Proust se encamina hacia una crítica del amor subjetivado, conservado únicamente como modelo del arte, al que le está reservada la verdad, fijación y recreación de las impresiones originales que retornan por la memoria involuntaria. Swann es el personaje en el que este divorcio entre el amor y el arte se consolida y ello como represión amorosa de las posibilidades artísticas que, según Proust, todos llevamos virtualmente, pero no desarrollamos. No sería vano insistir en que detrás de cada personaje de la Recherche, de su yo social, hay siempre, un‘ esbozo de artista que espera la revelación del tiempo, pero que puede carecer de lo necesario para convertirse en artista. No obstante, Swann siempre tuvo placer en ‘buscar en los cuadros de los grandes pintores, no sólo lo general, sino también la individualidad de los rasgos de un rostro. Y así atribuía a personas reales características de obras pictóricas. Del mismo modogelv héroe, en La prisionera, se pregunta si Albertina puede ser obra de arte y respondenegativamente."Pero esta proyección artística de Swann no ocurría en sus amores, disociados desu afición estética. En cambio, con Odette, 30 a pesar de todo no puede dejar de advertir, aparece ya en la versión de 1910-11,
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