ejemplares; por lo tanto no nacidos ellos mismos de la imitación, debiendo, sin embargo servir ala de otros, es decir, de medida o regla del juicio; 3- Que el genio no puede él mismo descubrir o indicar científicamente como realiza sus productos, sino que da la regla de ello como naturaleza, y de aquí que el creador de un producto que debe a su propio genio no sepa él mismo como en él las ideas se encuentran para ello, ni tenga poder para encontrarlas cuando quiere, o según un plan, ni comunicarlas a otros, en forma de preceptos que los pongan en estado de crear iguales productos (por eso probablemente se hace venir genio de genius, espíritu peculiar dado a un hombre desde su nacimiento, y que le protege y dirige, y de cuya presencia procederían esas ideas originales); 4- Que la naturaleza, mediante el genio, presenta la regla, no a la ciencia, sino al arte, y aún esto, sólo en cuanto éste ha de ser arte bello (parágrafo 46)“. original, sus productos deben ser al mismotiempo modelos, es decir,_ conjunto de preceptos, lo que vale tanto en la producción artística por parte del genio cuanto en la imposibilidad de comunicación por enseñanza a sus discípulos. Sólo está la obra, el producto artistico del genio. La naturaleza da la regla del arte mediante ei genio, pero no por medio de su conocimiento sino por su producto. Pero tampoco la obra puede imitarse simplemente hasta extraer de ella preceptos. También, como en Proust (y es la historia de la vocación y la iluminación artística de la Recherche), el artista genial no accede a las ideas cuando lo desea, es decir voluntariamente, lo que en Proust se completa con la concepción de la memoria involuntaria. Destaca Kant la originalidad del genio y Proust acentúa que un artista como Vinteuil debe ir más allá incluso que sus propios descubrimientos, cuando éstos ya se han incorporado al acervo común. Para el novelista la obra sólo incita porque es la creación de otro y resulta claro que, lo mismo que en Kant, el artista no puede enseñar al discípulo su trabajo más propio, pues asilo corrobora la distinción entre yo artístico y yo cotidiano. Son fundamentos también: que las admiradas novelas de Bergotte no puedan ser desprendidas de la conversación del escritor; que, después de todo, sea más 37 No hay para Kant ni para Proust reglas que puedan formularse en un
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