aclarado y despejan un horizonte inmenso de representaciones afines y excitan “una multitud de sensaciones y representaciones adyacentes para las cuales no se encuentra expresión alguna" (parágrafo 49). De la exposición anterior de estos aspectos del pensamiento kantiano se establece una relación con concepciones estéticas de Proust, si bien Kant no se refiere específicamente a la música. La visión del genio y de las ideas estéticas, del espíritu que vivifica y expresa, de la proximidad de la idea estética y la idea intelectual, la importancia del avance de la imaginación hacia descubrimientos no teóricos ni conceptuales y a la vez la dificultad del arte para manifestar y explicar sus propios descubrimientos, la posibilidad y límites de una intuición que se aproxima a lo metafísico y la concepción de la obra artística del genio como ejemplar que no debe imitarse ni reprod icirse totalmente, sino servir de modo de comunicación para otro artista genial, todos estos aportes kantianos conforman un marco de referencia para entender la estética de Proust y son algunos de ellos‘ sostenidos por el novelista, aunque desde luego, desde la perspectiva del desarrollo ficcional, es decir de la constitución artística. Aunque Proust acepte estos criterios kantianos en cierta medida para la poesia, ha de ser fundamentalmente en la música donde Proust desenvolverá estas afinidades, arte que, como hemos visto, no ocupa el primer lugar en la jerarquía kantiana y sobre el cual Kant tenía ciertas reservas. Desde la sesión Sainte-Euverte hasta el septeto de Vinteuil nos encontraremos con inquietudes y respuestas próximas a las del filósofo alemán. Aparecerá también entre Kant y Proust la filosofía de la música de Schopenhauer. Pero es claro que en la concepción de la lectura de Proust como iniciación en el arte, que establece la diferencia entre el novelista y su admirado maestro John Ruskin en el prólogo a su traducción de Sésamo y lirios, reaparecen claros indicios de la crítica kantiana a la imitación servil. Las ideas estéticas nos llevan mas allá de lo que puede ser aprehendido y caracteres de los buenos libros (que nos hará comprender el papel, a la vez esencial y limitado, que la lectura puede desempeñar en nuestra vida intelectual), que para el autor podrían llamarse "Conclu- siones", y para el lector ”|ncitaciones”. Nos damos muy bien cuenta que nuestra sabiduría comienza allí donde la del autor termina, y Y éste es, en realidad, uno de los grandes y maravillosos 43
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