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subversivo, han salvado al país de una vergüenza y de futuras complicaciones internacionales, y a la población de Iquique de ser asaltada por una turba de bandidos (...) así como de las reclamaciones extranjeras que habrían sido de fatales consecuencias”.[1]

Asimismo, el ministro se refirió en aquella oportunidad a los reclamos por las clausuras de medios de prensa, cuestión que interesaba particularmente al diputado Alessandri, el cual preguntó a Sotomayor por qué la autoridad cerraba periódicos y amenazaba a periodistas y directores de publicaciones que informaban y criticaban al gobierno por los hechos de Iquique y no actuaba de la misma forma con los diarios que incitaban a la disolución del Senado, a lo cual el ministro del Interior respondió:

“El diario la Epoca es un periódico que tiene entre sus lectores alguna gente inconsciente y ha publicado noticias falsas para incitar al pueblo a la venganza, pero no son lo mismo los periódicos que están llamados a circular en las clases altas de la sociedad, aunque en ellos se hable de sedición. Esos artículos no hacen mayor daño (...) No pasa lo mismo con el pueblo que discierne poco y que, fácilmente, se puede sentir animado para subvertir el orden público”.[2]

En su retórica política llama la atención que el ministro asumía vivir en un país tranquilo en que debía prevalecer el orden y la seguridad de la propiedad, sin conflictos sociales pues no había diferencias sociales, o él no las percibía. Su percepción, su imagen del otro —el obrero— era de personas manipuladas por agitadores o directamente, bandidos, organizando desorden e inseguridad.

A juicio del diputado Alessandri, el gobierno debía realizar una amplia investigación que arrojara plena luz acerca de los graves sucesos de Iquique, de manera de precisar las responsabilidades directas que le cabían. Más adelante, en la misma sesión —3 de enero— Alessandri sostiene: “Los hombres de Estado de Chile tienen la obligación de saber que este siglo XX es de fermentación social; que durante él y desde hace tiempo, se levanta y surge entre nosotros lo que se llama el problema obrero”.[3]

Cabe destacar, por su parte, la intervención del diputado conservador por Lebu, Cañete y Arauco, Luis Izquierdo, defendiendo la labor del ministro Sotomayor, tanto en lo referido a los hechos de Iquique como al posterior cierre de periódicos, aunque repara Izquierdo en la necesidad de una legislación adecuada que regule los conflictos. Señalaba Izquierdo respecto al desenlace de la huelga salitrera:

“Hay en el movimiento obrero que los originó (se refiere a los hechos de Iquique) envueltas dos cuestiones diversas: una cuestión de orden público y, enseguida, una huelga, una cuestión obrera, un conflicto entre patrones y trabajadores, un problema social, si quieren
  1. Sesión del 2 de enero de 1908, Boletín Cámara de Diputados, p.764.
  2. Ibid, p.765.
  3. Sesión del 3 de enero de 1908, “Boletín de Sesiones Ordinarias Cámara de Diputados”, Santiago 1908, p.799.