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hincapié en que tanto conservadores como liberales y radicales, en este período, tienen una posición de negación de la “cuestión obrera”[1]invalidando a la huelga como instrumento de presión social argumentando fundamentalmente que detrás de ellas se encuentran agitadores que no son representativos del conjunto de los trabajadores[2].

La cuestión social fue, de hecho, abordada como fenómeno de estudio por Juan Enrique Concha, quien sería senador por el Partido Conservador en 1919. Concha llegó a escribir en 1918 “aquel pueblo manso y obediente, conforme y resignado con su condición, casi sin ambiciones, va cambiando poco a poco; la igualdad política quiere verla convertida en igualdad social; ello es lógico: ha estado recibiendo desde hace tiempo la influencia de las ideas modernas de democracia subversiva que se propagan por la prensa, en el club, en la taberna, etc.”[3]. Aquí hay un reconocimiento explícito de la asimetría existente entre la apertura de participación política de finales del siglo XIX y la verdadera representatividad que se lograba a través de esta participación. En realidad, la democracia que fuese capaz de representar a las clases que la estructura de poder relegaba a la explotación era considerada subversiva y ninguneada al ser ubicada en espacios sociales como “la taberna”.

Desde un punto de vista también conservador, el diputado Alejandro Huneeus (1903-1906) reconocía ya en su primer año en la Cámara la importancia del creciente fenómeno llamado cuestión social. La introducción del término al debate tendrá que ver con la inevitable comparación con los procesos sociales que se vivían hacía más de cincuenta años en Europa y de los cuales muchos parlamentarios, que representaban a la clase social que en ese entonces podía viajar, pudieron ser testigos presenciales. Huneeus llegó a plantear, “... Estoy por mi parte, honorable Cámara, profundamente convencido de la gran importancia de esta cuestión social que ha atraído en torno a ella la mirada universal de esa cuestión que existe, no sólo en Europa, sino que también en nuestro propio Chile y que está íntimamente unida no sólo al orden moral y religioso, sino también al político y económico (...). Como legisladores creo que debemos concurrir todos, con el Supremo Gobierno para dictar todas aquellas medidas y leyes preventivas que eviten que las exigencias y derechos de los obreros, legítimas y justas, mientras se mantengan dentro del respeto del orden público y de los sagrados derechos de todos, degenere en huelgas o manifestaciones violentas, leyes que prevengan los males sociales, para que la autoridad no se vea en la dolorosa y extrema necesidad de emplear la fuerza para reprimirlas o curarlas”[4].

Sin embargo, en abril del mismo año, el diputado Eulogio Díaz, también del Partido Conservador, negaría rotundamente la existencia de una cuestión social en Chile al plantear que “Aquí está pasando un fenómeno singular nos estamos asustando con la cuestión obrera, con una cuestión que en realidad no existe en Chile, porque en verdad no puede decirse que se haya

  1. Que podemos entender como sinónimo de Cuestión Social.
  2. Ortiz Letelier, Fernando: “El Movimiento Obrero en Chile (1891- 1919)”, LOM Ediciones, Santiago 2005, p. 125.
  3. Concha, Juan Enrique: “Características sociales de Chile”, citado por: Godoy, Hernán: “Estructura Social de Chile”, Editorial Universitaria, Santiago, 1971, pág. 307
  4. Sesión del 13 de junio de 1903, “Boletín de Sesiones Ordinarias Cámara de Diputados”, Santiago 1903.