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LA MORAL DE ULISES

rienda suelta a su imaginación enfermiza, le miente aventuras y proezas capaces de asombrar tontos y pasmar villanos, hasta que la diosa se descubre y le amonesta con palabras decisivas: "T'nico sería quien te aventajase en el arte de engañar, y aún entre los dioses sería sagáz. Bribón, desventurado, insaciable de fraudes, ni siquiera en tu patria das fin a estos falaces embustes a que muestras afición desde la cuna?" (Odisea, lib. XII). Y, a pesar de todo, como si quisiera darle gusto una vez más, decide la Diosa tocarlo con su mágica vara para que entre a su tierra disfrazado de viejo mendigo. ¡Disfrazado! De cuerpo como de espíritusiempre disfrazado. Así vuelve de la guerra famosa el "divino" Ulises que simulá la locura para no ir a ella.

A pesar de los episodios referidos, y de cien que por brevedad es fuerza omitir, no es positie negar que del conjunto de los poemas homéricos la personalidad de Ulises emerge tan magnífica como la del propio Aquiles, equivalentes ambas en la gloria y en el heroísmo. Hay un detalle que indirectamente establece la igualdad de sus méritos: son iguales las calumnias que contra ellos siembra la Envidia, encarnada en el siniestro Tersites, "tuerto y cojo. giboso del pecho la cabeza en punta y cubierto de escaso pelámen" (Iliada, Lib. II). No es por accidente que los cantares homéricos, reunidos por Pisístrato, juzgan excelsa la gloria del laercio; era esa la voz del pueblo, voz de los dioses en este casoa no dudarlo.

***

Recuérdese el fallo memorable que pronunciaron los jefes y el pueblo griego para adjudicar al mejor de los héroes las armas de Aquiles, muerto. Las formas del juicio fueron solemnes. Se escuchó la palabra de Ayaxllena de altiva rudeza, y la de Ulises, convincente y sugestiva. El telamonio acusó de falsedad reiterada al laercio; éste, al otro, de temeraria imprudencia. Así