nos transmite Ovidio la heroica reyerla, en términos emocionantes. (Metamórfosis. lib. XIII).
Ulises habla con arrullos de sirena y presenta como virtudes sus cualidades, las malas tanto o más que las buenas.
Ayax rehuye los circunloquios hipócritas y en pocas frases. que parecen puñaladas mortales, hace sangrar la gloria del picaro: "él, que no se sonroja de haber huido ante los luegos con que IIéctor amenazaba a nuestra esenadra, mientras yo luchaba sólo, y yo sólo evité el incendio! Cultivar una engañadora elocuencia es preferible, entonces a combatir espada en mano?...' "Cuente Ulises sus proezas, cumplidas lejos de todas las miradas y de que sólo la noche fué testigo"... "El premio que disputamos es grande, lo reconozco; pero tal adversario rebaja su valor: por honroso que aquél sea. Ayax no sabría ya enorgulecerse de haberlo obtenido, ahora que Ulises se ha atrevido a muñequearlo"...
"Pero tú, salido de la sangre de Sísifo; tú, su fiel imágen por tus pillerías y tus artificios..." Y termina:
"Qué haría Ulises (con esas armas) acostumbrado a contbatir en las tinieblas y sin armas, hábil solamente para engañar a n enemigo desprevenido? El brillo de ese casco resplandeciente de oro traicionaría sus picardías y sus fugas, aun en los escondrijos en que le gusta ceultarse... y ese eseudo estaría mal en su mano tímida, ejercitada hasta aqui en raterías... La fuga, en que desenellas, te sería más difícil cuando cargaras esas armas..." Y dirigiéndose a los jueces: "Para qué más palabras! Que se pronuncien los hechos. Arrojad entre enemigos las armas del héroe; ordenad que vayamos a buscarlas y discernidlas al que vuelva con ellas". La habilidad retórica del laercio decidió, sin embargo, el fallo de los jueces, poco sensibles a la viril sinceridad del telamonio.
