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LA MORAL DE ULISES

III - DEL FRAUDE A LA SINCERIDAD

Por no distinguir la astucia del fraude ha fluctuado su calificación en todos los tiempos. La una es equivalente de la "agudeza de ingenio", eximio atributo psieclógico; el otro implica "falsedad de carácter", aborrecible vicio de la personalidad moral. Confundiéndolos, la sociedad se ha inclinado a aplaudir el fraude por lo que tiene de astucia y vano ha sido el esfuerzo de los moralistas por oponerle la sineeridad. Al tiempo que Teofrasto condenaba los caracteres disimuladores, la opinión general seguía admirándolos. El problema de "ser o parecer" siguió en pic. Epicteto reprobó todo sacrificio de la sinceridad a las apariencias y antepuso la dignidad a la estimación agena: no negó a ésta, sin ombargo, todo valor, y más tarde Cicerón procuró buscar el punto de coincidencia entre la dignidad y la estimación.

Los primitivos cristianos fueron partidarios de la sinceridad contra el fraude; pero desde que su iglesia creció en poderio y se convirtió en partido internacional, su ética fué corrompida por la política y practicó el fraude con más refinamiento que el mundo pagano. En cien pasajes lo dice Dante. Después de entonceshasta hoy, fueron celebrados los que emhisten la ineauta candidez del hombre sincero, los enredistas y los muuidores, los fingidos y los triscadores, los dolosos y los embelecadores, todos hienquistos por la hipocresía social.