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Con el fulgor de la ciencia,
Hallé la clave segura
De derramar la ventura
Haciendo útil mi existencia.

¡Ay, señor! Yo no sabia
Que ese. don precioso y bello,
De Dios divino destello
Que llaman sabiduría;
Don de preciosa valía
Que es del hombre el mejor don,
Fuera en la mujer baldón,
Como un estigma maldito
Que deja pronto marchito
Su sensible corazon.

¡Pobre de mí! Generosa,
Brindé mi sangre, mi vida,
Y como ofrenda ofrecida
En mi vía dolorosa,
Me hice á los hombres odiosa,
De las mujeres odiada,
Y ful tal vez envidiada
Por ceñirme esa corona,
Que ni el hombre me perdona
Ni es por ellas perdonada.

Ni la dulce caridad
Iluminó mi sendero,
Pues no por ganar dinero
Sino perdiendo bondad,
Pronto quedé en la orfandad;
Por curar males ajenos
Llevé el contagio á los buenos,
Y fué tan dura mi suerte