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Que brindé solo la muerte
En vez de dias serenos.

¡Perdonadme, padre mio!
Lo confieso con rubor,
Fué tan grande mi dolor,
Fué tan inmenso mi hastío,
Que en el profundo vacío
De un doloroso aislamiento,
Solo tuve un sentimiento:
Un odio grande y profundo,
Odio contra todo el mundo
Que enlutó mi pensamiento.

Y tanto á odiar aprendi,
Tanto la desgracia abisma,
Que llegué á odiarme á mí misma,
Y tanto en odiarme dí,
Que concluir decidí
Con una existencia odiosa
Que no puede ser dichosa
Al ver que en mal se convierte
El bien que en el mundo vierte
Con profusion generosa.

Mas tendiendo en lontananza
Su luz funesta y sombría,
Surgió en el alma mia
La idea de la venganza,
Y viví con la esperanza
De ir ostentando ante el mundo
El antro oscuro y profundo
De un corazon que era bueno
Y que del mundo en el cieno
Se volvió de cieno inmundo.