Y que es de la gloria humana
La más honrosa verdad;
De vergüenza y de rubor
Se tiñeron mis mejillas,
Y sentí que de rodillas
Se alza mi alma ante el Criador,
Que si nos legó el dolor
Como bautismo del alma,
Nos legó la mejor palma
Del dolor en el bautismo,
Si sabemos como él mismo
Sufrir el dolor con calma.
Aquella mujer tan buena
Que como un ángel del Cielo
Llevó á mi alma el consuelo;
Al mitigar mi honda pena,
De santa abnegacion llena,
Fué mi ángel de redencion,
Pues abrió en mi corazon
Nuevas fuentes de ventura,
Con su ejemplo de dulzura,
De indulgencia y de perdon.
Hoy que con calma analizo
De mi pasado la historia,
Creo que el amor á la gloria
Amar la ciencia me hizo;
Y al mirar mi paraíso
En infierno trasformado,
Del orgullo castigado
Hallo una leccion severa,
Pues siempre al hombre le espera
La pena tras el pecado.—
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