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apartado hacia la izquierda por las calles Bond y Miles; y cuando llegamos al punto en que ésta va á entrar ya en la plaza Knight, Toby se detuvo, para echar luego á correr para atrás y para adelante, con una oreja parada y la otra caída, vivo retrato de la indecisión canina. Después se puso á dar vueltas y formar círculos, mirándonos de vez en cuando, como si en sus tribulaciones nos pidiera ayuda.

—¿Qué demontres le pasa ahora á este perro?

gruñó Holmes. No vamos á suponer que de aquí han seguido en coche ó en globo.

—Puede ser que se detuvieran un rato en este sitio sugeri yo.

Ah! Ya está. Toby se pone otra vez en marchadijo mi compañero con acento de alivio.

Sí, y en activa marcha, pues al cabo de un instante, empleado en olfatear á un lado y otro, y de reflexionar seriamente, había echado á andar con una energía y decisión mayores que nunca. Parecía sentir el rastro con más fuerza que antes, pues ya no se preocupaba de pegar la nariz al suelo; su único empeño era correr con la mayor velocidad posible, y tiraba de la cuerda con todas sus fuerzas. Un rápido fulgor que noté en los ojos de Holmes me hizo comprender que éste creía acercarse ya al fin de la jornada.