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zo vacilar tanto al perro en la esquina de la plaza Knight, fué el encuentro de dos rastros diferentes, que se cruzaban en distintas direcciones. Nosotros hemos seguido uno equivocado, y ahora es claro que debemos tomar el otro.

La cosa se hizo sin dificultad. Condujimos á Toby al lugar de su equivocación, y vimos que después de olfatear en un ancho espacio, partió en dirección distinta de la anterior.

—Ahora debemos preocuparnos de que no nos lleve al sitio de procedencia del barril de creosota observé.

Ya lo había pensado; pero fíjese usted en que ahora sigue por la acera, y el barril ha pasado, naturalmente, por el costado de la calle.

No; esta vez vamos por el buen camino.

El perro se dirigía hacia la ribera, y atravesó la plaza Belmont y la calle Prince. Al llegar al pie de la calle Ancha, cortó en línea recta hacial el río, encaminándose al pequeño muelle de madera, en el cual se detuvo, olfateando y mirando la obscura corriente que pasaba por abajo.

—No estamos de suerte—dijo Holmes. Aquí han tomado un bote.

Había algunas pequeñas lanchas y botes varados en la orilla ó amarrados al muelle. Hicimos que Toby los recorriera de uno en uno, pe-