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Wiggins acaba de estar aquí á decirme que no han encontrado el menor rastro de la lancha.

El contratiempo es desesperante, pues cada hora que pasa es una pérdida.

—¿En qué podría servir yo? Me siento perfectamente repuesto y expedito para pasar otra noche en vela.

No, nada podemos hacer sino esperar. Si nosotros salimos, el anuncio puede llegar durante nuestra ausencia, y esto ocasionar una demora. Usted salga, si lo desea; pero yo me quedo de guardia.

—Pues entonces voy á escape á Camberwell, á casa de la señora Cecil Forrester. Ayer me suplicó que no dejase de ir.

— De la señora Cecil Forrester?—preguntó Holmes, con un asombro de sonrisa en los labios.

Genes Pues... sí; y, por supuesto, también á ver á la señorita Morstan. Ambas tenían mucho interés en saber lo que hubiera ocurrido.

—Yo no les diría gran cosa—dijo Ilolmes.Nunca se debe tener confianza en las mujeres, en ninguna de ellas, ni en la mejor.

No me detuve á refutar tan atroz sentencia.

Estaré de vuelta dentro de una hora ó dos á más tardar—fué mi respuesta.

Muy bien, y felicidades! Pero ya que va