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usted al otro lado del río, podría llevarme de paso á Toby y devolverlo, pues no creo que en adelante lo necesitemos.

Me puse en camino con el perro, y lo entregué, acompañado de doce pesos, al viejo naturalista del callejón Pinchin. En Camberwell encontré á la señorita Morstan algo fatigada por las emociones de la noche, pero deseosa de saber lo que ocurría. La señora Forrester estaba igualmente llena de curiosidad. Les conté todo lo que habíamos hecho, suprimiendo, sin embargo, las partes más horribles de la tragedia. Así, aunque hablé de la muerte de Sholto, nada dije de la manera y método de que se habían válido los asesinos. Pero á pesar de todas esas omisiones, mi relato fué suficiente para causarles el mayor asombro.

Eso es una novela!—exclamó la señora Forrester. Una dama despojada, un tesoro de dos millones y medio, un negro caníbal y un bandido con una pierna de madera; estos dos personajes reemplazan al conocido dragón ó al príncipe malvado.

—Y dos caballeros andantes que defienden á la dama agregó la señorita Morstan, dirigiéndome una luminosa mirada.

—1 Cómo, María! La fortuna de usted depende del resultado de estas pesquisas, y no veo en